R̴̡̥̩̐͘À̴̢̨͉̬̣̖̘̲̺̇͛͆̔̚C̴̢̧̰̭̖̥̮̝̊͑̑͋̾̏̋̔͝͝ es un creador que habita en las intersecciones del cuerpo, el espacio y el tiempo. En cada uno de sus actos de producción, se manifiesta una liberación tanto personal como colectiva. Nacido en Tijuana, México, en 1992, su obra se despliega a través de diversas disciplinas: pintura, escultura, instalación y diseño de indumentaria. Es imposible encasillarlo en un solo formato o etiqueta. El seudónimo Elsoldelrac, un juego de palabras con su nombre de nacimiento, refleja la capacidad del individuo para trascender las convenciones sociales. "Sol" representa la fuente primordial de energía que guía su búsqueda de liberación personal, mientras que "rac" sugiere un individuo que se desnombra, creando espacio para la igualdad sin perder su autonomía.
“La esencia vital del individuo”, tal como lo define, R̴̡̥̩̐͘À̴̢̨͉̬̣̖̘̲̺̇͛͆̔̚C̴̢̧̰̭̖̥̮̝̊͑̑͋̾̏̋̔͝͝ se rige por su propia fuerza interna, respetando el entorno que lo rodea y reconociendo a los demás como iguales. Su arte es un llamado a que cada ser humano reconozca su propia energía interior y respete a los demás en su plena humanidad.
Para R̴̡̥̩̐͘À̴̢̨͉̬̣̖̘̲̺̇͛͆̔̚C̴̢̧̰̭̖̥̮̝̊͑̑͋̾̏̋̔͝͝ todo parte de un gesto pictórico; un acto de autoexploración y resistencia. A través de trazos intuitivos y fluidos, desmaterializa el cuerpo y el espacio. Para él, la expresión artística debe tener una intención profunda, una experiencia que trascienda lo superficial, y que provoque, en su interacción intelectual con el espectador, el más mínimo auto-cuestionamiento. Cada obra se convierte en un territorio vivo donde el espectador puede reconocerse, explorarse y liberarse. Aquí, el espacio físico e intelectual se reinventa, otorgando una nueva dimensión a los objetos acumulados, que se transforman en vestigios de memoria y testigos del paso del tiempo.
La obra plástica de R̴̡̥̩̐͘À̴̢̨͉̬̣̖̘̲̺̇͛͆̔̚C̴̢̧̰̭̖̥̮̝̊͑̑͋̾̏̋̔͝͝ puede entenderse desde un enfoque antropológico, donde la materialidad juega un rol fundamental. A través del gesto pictórico, integra el hábitat, el tiempo y objetos cotidianos, utilizando tanto materiales convencionales como no convencionales de la pintura tradicional. El fuego, presente en sus procesos, simboliza transformación y regeneración. La obra refleja la mutabilidad del entorno y, en ocasiones, se expone a nivel del suelo, invitando al espectador a dejar su huella, testimoniando la interacción entre el ser, el arte y tiempo.
Sus instalaciones funcionan como atmósferas transitorias, transformando el espacio desde el arte para hacerlo accesible al público. Estas intervenciones fomentan la reflexión colectiva, convirtiéndose en símbolos de convivencia y resistencia. Los elementos de su obra son confrontados, reinterpretados y celebrados como símbolos de coexistencia entre el ser humano y su hábitat, entre el individuo y la comunidad.
En su trabajo con la indumentaria, Elsoldelrac también desafía los límites y estereotipos impuestos por la sociedad. Sus prendas no solo cubren el cuerpo, sino que invitan a reflexionar sobre el significado de la moda, la artesanía y la globalización. Estas piezas son tanto obras de arte como herramientas de autodefinición, creando un espacio donde cada portador puede reinterpretar su identidad. Cada prenda tiene un poder transformador, invitando al usuario a liberar su expresión personal.
A través de su obra, Elsoldelrac renuncia a las categorías rígidas del arte y la vida, proponiendo una forma de estar en el mundo que desafía los sistemas jerárquicos tradicionales. Su arte es una crítica profunda al orden establecido, pero surge desde un lugar de creación auténtica y libre, evitando la imposición de preceptos absolutos. En última instancia, su práctica es un gesto que disuelve las estructuras limitantes, permitiendo que cada individuo alcance su máxima expresión sin seguir ejemplos ajenos.